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¿Revolución Conservadora en Rumania?

El sintagma "Revolución Conservadora", que después de la segunda guerra mundial Armin Mohler hizo célebre, nace en el siglo pasado; pero fue el literato Hugo von Hoffmanstahl, en 1927, quien iba a darle un contenido programático: en un discurso titulado "La literatura como espacio espiritual de la nación", von Hoffmanstahl identificaba, como factores fundamentales de la Revolución Conservadora, la búsqueda de la totalidad y de la unidad como alternativa a la división y a la escisión.

Mientras que el concepto de Revolución Conservadora asume un significado político, resulta claro que sus principios se contraponen de manera radical a los que han triunfado con la Revolución Francesa. Podemos decir que pertenecen a la Revolución Conservadora aquellos que combaten los presupuestos del siglo del progreso sin querer restaurar, sin embargo, ningún Ancien Régime. La Revolución Conservadora, por tanto, designa un proceso político que, como afirma el mismo Armin Mohler, no se limita al mundo austro-alemán sino que abarca a toda Europa.

Por nuestra parte, de hecho, Marcello Veneziani ha podido buscar también los caracteres principales de la Revolución Conservadora, y ha creído poder resumir las características en estos términos: "sentido de la modernidad, recreación de la tradición, rechazo de la concepción lineal y progresista de la historia, antiigualitarismo, vitalismo y organicismo, primacía de lo político y de lo comunitario, movilización "total" de las masas, la reflexión sobre la técnica, elogio futurista del acero, visión estética y lírica de la vida".

Yo soy de los que creen que el concepto Revolución Conservadora puede servir, en cierta medida, para encuadrar e interpretar también el fenómeno del Movimiento Legionario rumano. Podremos extraer la confirmación de una breve reseña de las posiciones de algunos intelectuales rumanos que militaron en el Movimiento Legionario o, de alguna manera, estuvieron cerca de este, contribuyendo de todos modos a definir su identidad doctrinal y programática.

El mismo Corneliu Codreanu, en su libro Pentru Legionari, inserta el Movimiento Legionario dentro de un cauce cultural y político más amplio, que se manifiesta en Rumania ya entorno a la mitad del siglo XIX. Entre quienes Codreanu cita como precursores del Movimiento Legionario, se encuentran algunos de los nombres más ilustres de la literatura rumana; ya en este hecho encontramos una de las características principales de la Revolución Conservadora, ya que literatura, espiritualidad y nación son coordenadas fundamentales de toda la nebulosa de la revolución conservadora investigada por Armin Mohler.

Pues bien, Codreanu cita entre los antepasados espirituales del Movimiento legionario al más grande de los poetas rumanos, Mihai Eminescu (1850-1889). Eminescu, que en Italia es conocido más o menos como una especie de Giacomo Leopardi rumano, fue en realidad un denodado militante nacionalista, que luchó con todas sus fuerzas contra la explotación usurera del campesinado rumano y contra la alineación cosmopolita de las clases dirigentes. No por azar el difunto rabino de Bucarest, Moses Rosen, en la época de Ceaucescu trató en vano de impedir la publicación de los artículos de polémica política del poeta nacional rumano, declarando textualmente, con soberano desprecio del ridículo y suscitando una protesta coral, que Eminescu debe ser enumerado entre los responsables de Auschwitz.

Se puede decir, de todos modos, que la intelectualidad rumana en general se ha situado conscientemente y de forma declarada en la estela de Eminescu. No sólo entre las dos guerras, sino, diríamos, hasta 1989, el problema principal de los rumanos ha consistido en definir su especificidad nacional y en individuar la modalidad más idónea para tutelarla y expresarla sobre todos los planos , de modo que los proyectos culturales, políticos, sociales y económicos elaborados por la intelectualidad rumana en un siglo y medio han tenido casi siempre como razón de ser la defensa y la manifestación de la esencia nacional.

En el periodo comprendido entre las dos guerras mundiales, en particular, en Rumania las distintas corrientes de pensamiento se diferencian exclusivamente en lo referente a los medios que hay que adoptar para conformar la vida del país a su identidad nacional, mientras tal finalidad se da por descontado y es compartida por todos - con la obvia excepción de la exigua inteligencia mundialista, la cual, por otra parte, representa en la época un cuerpo extraño respecto a la realidad nacional, también por razones de pertenencia étnica.

Tenemos entonces, en primer lugar, un nacionalismo tradicionalista y ruralista, antioccidental y antimoderno, que deriva de la reacción antiliberal de Titu Liviu Maiorescu (1840-1917) y llega en parte, con Nichifor Crainic (1889 – 1971), a posiciones "etnocráticas" fuertemente impregnadas de espiritualidad ortodoxa.

Tenemos después un nacionalismo populista (del cual es portavoz la revista "Viata Romanesca") que, reafirmando también la prioridad del interés nacional y comunitario respecto a los de clase y confirmando la importancia fundamental de los valores étnicos y campesinos, sin embargo se declara favorable a probar el camino de la democracia parlamentaria.

Hay, al fin, un nacionalismo dinámico que, mediante su más ilustre exponente, el crítico literario Eugen Lovinescu (1881-1943), preconiza la actualización de la potencialidad nacional y el nacimiento de un "estilo rumano" a través de la "sincronía" política y económica de Rumania con el resto de Europa.

Otra dirección, finalmente, la más interesante para nosotros, se relaciona con la variante nacionalista representada por la considerada "nueva generación" o "joven generación". Es esta corriente, ampliamente solidaria con el Movimiento Legionario, la que, bajo diversas consideraciones, según me parece se inscribe con pleno derecho en el más vasto contexto de la "revolución conservadora" europea. El guía espiritual carismático e indiscutido de la "nueva generación", el filósofo y teólogo ortodoxo Nae Ionescu, y sus discípulos ( Mircea Eliade, Emil Cioran y Constantin Noica son sólo los más célebres) intentan realizar una síntesis armónica entre un nacionalismo libre de las tendencias reaccionarias y una versión de la modernidad que prescinda del liberalismo y de la democracia.

Trataremos, por tanto, de enfocar las características de esta "joven generación" de entreguerras a través de la presentación sintética de sus exponentes de mayor relieve, exponentes que tuvieron una estrecha relación con el Movimiento Legionario y que en distinta medida serán considerados igualmente como portavoces del Movimiento Legionario mismo y que de cualquier manera han contribuido a definir la identidad doctrinal del Movimiento Legionario.


NAE IONESCU

El maestro de la joven generación, Nae Ionescu ( 1890-1940), enseñó lógica y metafísica en la Facultad de Letras de Bucarest. Decididamente revolucionario porque quebrantaba el monopolio idealista y neoidealista, la enseñanza del profesor Nae Ionescu se situaba en la estela de la mejor línea cultural rumana, tanto que su alumno más famoso, Mircea Eliade, pudo indicar en él el sucesor directo del gran Nicolae Iorga.

Teólogo, defensor de un cristianismo marcadamente teocéntrico, Nae Ionescu despreciaba como "desviación occidental" el cristianismo humanístico y moralista que se había difundido en los ambientes ortodoxos de la Capital, hasta tal punto que no se ahorró críticas a nada menos que al Patriarca Miron (quien en 1938 será cómplice de la oligarquía en el asesinato de Corneliu Codreanu). Nae Ionescu, consideraba, cito a Mircea Eliade, que "la mentalidad secularizada, laicizante y protestante" difundida en los ambientes del Patriarcado "constituye una intrusión de la concepción del mundo moderno en el seno de la vida espiritual de la Iglesia".

El vehículo más eficaz de la acción instructiva que Nae Ionescu lleva a cabo fuera del ambiente universitario fue el periódico "Cuvântul". Este diario, del cual el filósofo fue el principal animador, se convirtió en una especie de órgano oficioso de la corte real en 1930, cuando el mismo Nae Ionescu estuvo a un paso de convertirse en consejero del rey. Pero, sobre todo, a causa de la hostilidad alimentada en su contra por parte de la amante de Carol II, Elena Lupescu (que era una especie de terminal de los círculos financieros y cosmopolitas en los ambientes de la corte) la influencia ejercida por el profesor en el Palacio real disminuyó de manera considerable.

La ruptura final entre Nae Ionescu y el Palacio tuvo lugar en 1933. A la vuelta de un viaje por el Reich, donde había sido positivamente impresionado por la revolución nacionalsocialista, Nae Ionescu comenzó a auspiciar una solución análoga también para Rumania, acentuando día tras día su oposición con respecto a la política del rey y la oligarquía que la inspiraba.

En el momento de la campaña electoral, cuando la acción del gobierno liberal se concretó en una precisa y verdadera persecución terrorista formada por arrestos arbitrarios, torturas y todo tipo de violencia y culminó en el decreto de disolución del "Grupo C. Z. Codreanu" y en el arresto de once mil legionarios, Nae Ionescu pone la propia cabecera del periódico "Cuvântul", a disposición del Movimiento Legionario, que había sido privado de sus pocos órganos de prensa.

Bien pronto, sin embargo, también "Cuvântul" fue forzado a suspender las publicaciones, mientras el profesor Nae Ionescu es arrestado y encerrado en la cárcel de Jilava. Liberado después de las elecciones, Nae Ionescu se acercó cada vez más al Movimiento Legionario. Hacia éste se mostraba predispuesto por su orientación, que su alumno Mircea Vulcanescu ha tratado de caracterizar poniendo, por encima de todo, de relieve la fundamental irreductibilidad de Nae Ionescu al liberalismo: "Atento a las transformaciones insensibles de los trastornos del mundo, antiliberal porque le parecía que la función esencial de los liberales (...) consistía en violentar el curso natural del desarrollo de la nación, Nae Ionescu estaba a la espera de que alguien lograra dar una respuesta a su expectativa de una revolución, una revolución que no debía ser otra cosa que la manifestación de la realidad rumana de siempre".

Por otra parte, el teólogo ortodoxo Nae Ionescu basaba en un pasaje de las Sagradas Escrituras la certeza de que "cuando el rey es un inepto, Dios suscita en el seno del pueblo un Capitán". Así había sucedido en el pasado, en la historia rumana, con Miguel el Valiente, con Tudor Vladimirescu, con Avram Iancu. Así sucedía aquellos mismos años con Corneliu Codreanu.

Escribe todavía Mircea Vulcanescu: "Su posición abiertamente antidemocrática (...) hacía de él un hombre de izquierda en la política social y un hombre de extrema derecha en la técnica política".

Sin embargo, si Mircea Vulcanescu atribuye a su maestro la pertenencia simultánea a la derecha política y a la izquierda social, en el intento de definir la posición en relación con la topografía política de origen parlamentario, Nae Ionescu, a su vez, refuta de manera formal y precisa tales categorías, por cuanto inadecuadas, insuficientes y que no responden al carácter multiforme de la realidad: "Yo trato de pensar sobre la realidad política , para delimitar problemas y encontrar soluciones de gobierno. ¿Son de derecha o de izquierda? No lo sé exactamente. Por esto, ahorradme preguntas de este género. No por otra cosa más que porque no tienen ningún sentido".

Conceptos análogos eran expresados contemporáneamente por Vasile Marin, que en el otoño de 1933 había entrado en la redacción de "Cuvântul". Según Marin, la definición del Movimiento Legionario como movimiento "de derecha" distorsiona la realidad, porque trata de "presentar la acción legionaria como un movimiento reaccionario". En su lugar, escribe Marin, "como el fascismo y el nacionalsocialismo , así también el Movimiento Legionario lucha por la creación del estado totalitario (...) La concepción totalitaria de la reforma del Estado nos impide otorgar importancia alguna a estas nociones (es decir, a las nociones de "derecha" y de "izquierda", n.d.r.), carentes para nosotros de significado. (....) no podemos ser de derechas ni de izquierdas, por la buena razón de que nuestro movimiento abarca todo cuanto es el plano de la vida nacional (...) Cuando la misma revolución rusa se nacionaliza intensamente (...) y la fascista se socializa siempre de manera más profunda, ¿qué sentido tienen ya las etiquetas caídas en desuso de "derecha" y de "izquierda", para que se las aplique todavía a las acciones y a los regímenes políticos? Un sentido sólo: ¡la distracción!

Volviendo a Nae Ionescu, su ingreso en el mundo legionario supuso la asunción de un verdadero y preciso empeño militante, que se traduce en una serie de conferencias en todo el territorio de Rumania. Los resultados fueron inmediatos, ya que el Movimiento Legionario incrementó considerablemente su propio séquito.

Así el destino personal de Nae Ionescu se ligó al del Movimiento Legionario. En la noche entre el 16 y el 17 de Abril de 1938, el profesor fue arrestado junto con los dirigentes legionarios y los militantes de vanguardia del movimiento y fueron internados en el presidio de Miercurea Ciuc, en Transilvania.

Privado de libertad, enfermo y sufriente por una grave disfunción cardiaca, golpeado en su actividad profesional con la anulación de su puesto universitario, el profesor Nae Ionescu fue, en el campo de concentración, un modelo viviente de dignidad y de fuerza de ánimo. Además, gracias a él, el presidio se convirtió en una especie de "universidad legionaria". Dio una serie de conferencias para los compañeros de prisión, cuyos argumentos iban de la metafísica al "fenómeno legionario".

En tal actividad el profesor fue imitado por su asistente Mircea Eliade, también él internado en el campo, que habló sobre la lucha de liberación de la India contra el colonialismo británico.

Puesto en aislamiento, Nae Ionescu escribe, utilizando un rollo de papel higiénico, un ensayo sobre Maquiavelo. En la peregrinación intelectual de Maquiavelo en busca de un Príncipe, Nae Ionescu ve una tentativa análoga a la suya. Él, de hecho, después de haber dirigido sus expectativas primero hacia Carol II y más tarde hacia Iuliu Maniu, considera finalmente que ha encontrado en el Capitán del Movimiento legionario el hombre del destino rumano.

Después de una serie de excarcelaciones y de arrestos sucesivos, el 15 de Marzo de 1940 Nae Ionescu muere en circunstancias que todavía no han sido aclaradas. Se dice que fue envenenado.

Mircea Eliade, que dio el discurso fúnebre y estuvo entre quienes llevaron sobre sus hombros el féretro, dice que el profesor quería ser enterrado con la foto de Codreanu que siempre llevaba con él. Pero la foto fue secuestrada por la fiscalía.

El pensamiento de Nae Ionescu, sobre todo después de su adhesión al Movimiento Legionario, se encuadra perfectamente en el más vasto movimiento de la Revolución Conservadora europea. Si sobre el plano religioso, como hemos visto, él contrapone al modernismo la tradición (predania) como crecimiento organizado en el interior de la comunidad espiritual ortodoxa, sobre el plano filosófico él combate el racionalismo occidental, el individualismo, el positivismo, el cientificismo, adhiriéndose a una Lebensphilosophie interpretada en sentido cristiano. Sobre el plano político, rechaza la concepción contractualista en nombre de una concepción orgánica y se convierte en sustentador de una "tercera vía" nacional-sindicalista más allá del colectivismo marxista y del capitalismo burgués.


MIRCEA ELIADE

Hemos visto que Nae Ionescu se acercó al Movimiento Legionario en el curso de 1933. A ese mismo año se remonta lo que los intelectuales legionarios saludaron como "la conversión de Mircea Eliade al rumanismo". En un artículo de redacción aparecido en el periódico "Axa" se podía leer de hecho: "Parece que Mircea Eliade, escritor de talento, ensayista famoso y personalidad cultural digna de admiración, esté dando unos pasos decisivos en una dirección estimada por nosotros y distinta de la que había llevado: hasta ahora su carrera de periodista ha tenido desarrollos inesperados y virajes pintorescos. Mircea Eliade ha jugado con ideas y tomas de posición , ha acumulado experiencia, ha dado la vuelta al mundo, ha sido brillante siempre y en todos los lugares, pero (...) ha rechazado enraizarse definitivamente en la realidad rumana. Hace algún tiempo, no obstante, Mircea Eliade ha comenzado a cambiar. Y, sea dicho sin ofensa alguna, después de haber alcanzado la madurez ha comenzado a ser serio (...) Mircea Eliade comienza a ver la realidad rumana, a integrarse en ésta, a subordinarse a ésta".

Efectivamente en 1933 Eliade es protagonista de algunas intervenciones que expresan un empeño político nacionalista. Escribe un artículo sobre la "mentalidad masónica" en el cual, individuando como característica de tal mentalidad el empleo de esquemas simplistas y de criterios abstractos, cree que puede localizar en el marxismo mismo ("combinación de abstracción y tosquedad") una marca masónica. Desarrolla después algunas consideraciones sobre el "renacimiento religioso" que, en tanto carente de referencias políticas, no puede no impresionar favorablemente a los secuaces del Movimiento Legionario. Finalmente, se reclama en los valores de la realidad nacionalpopular y declara que se vincula a aquella línea de pensamiento que parte de Eminescu y, a través de Iorga, Pârvan y Nichifor Crainic, llega hasta Nae Ionescu.

En 1934 Eliade se propone defender al nacionalismo de las acusaciones que son dirigidas a este por la inteligencia democrática. En particular, Eliade rechaza la acusación de antisemitismo y confirma , contra las acusaciones de intolerancia religiosa y de racismo, que la cuestión hebrea es una cuestión política, social y económica.

" Estoy indignado -escribe- al ver veintiséis consejeros extranjeros en la ciudad de Sighetul Marmatiei (frente a siete rumanos), no porque sea un chovinista o un antisemita, sino porque un sentido de justicia social, aunque sea débil, está vivo en mi corazón".

Es interesante observar que, percibiendo en tales términos la cuestión hebrea, Eliade cita a los mismos autores (Eminescu obviamente en primer lugar, después Vasile Conta, Bogdan Hasdeu y otros) que son evocados por Corneliu Codreanu en su libro Pentru Legionari como precursores de la posición legionaria con respecto a la cuestión hebrea.

En cuanto a Corneliu Codreanu, Eliade ve en él al heredero de los grandes exponentes del nacionalismo: "Sólo Balcescu y Heliade-Radulescu hablaban así", escribe Eliade cuando Codreanu proclama la necesidad de reconciliar a Rumania con Dios.

En verdad, lo que atrae decididamente a Eliade hacia el Movimiento Legionario es precisamente esa síntesis de nacionalismo y de espiritualidad que constituyen su característica peculiar. En diciembre de 1935 Eliade escribe, aludiendo a Codreanu: "Un jefe político de la juventud ha dicho que la finalidad de su misión es "reconciliar a Rumania con Dios". Esta es una fórmula mesiánica (...) porque una "reconciliación de Rumania con Dios" significa, en primer lugar, una revolución de los valores, una primacía neta de la espiritualidad, una invitación a la creatividad y a la vida espiritual".

Pero quizás, entre todos los artículos escritos por Eliade en los años treinta, estará bien citar aquel que en los años setenta será utilizado, con los oportunos añadidos y manipulaciones, con la finalidad de impedir la asignación del Premio Nobel al gran historiador de las religiones.

Aquel artículo, escrito en un momento en que Eliade era candidato a la Cámara en las listas electorales del partido legionario Totul pentru Tara, constituía la respuesta a la pregunta ¿Porqué creo en la victoria del Movimiento Legionario? y aparecía en la revista legionaria "Buna Vestire". " Nunca antes de este momento -escribía entonces Eliade- un pueblo entero ha experimentado una revolución con todo su ser, (...) nunca antes de este momento un pueblo entero ha elegido el ascetismo como ideal propio de vida y la muerte como propia esposa(...) Creo en el destino del pueblo rumano. Esto es por lo que creo en la victoria del Movimiento Legionario. Una nación que ha demostrado enormes poderes creativos no puede naufragar en la periferia de la historia en una democracia balcanizada, en una catástrofe civil (...) Creo en el destino de nuestra nación. Creo en la revolución cristiana del hombre nuevo. Creo en la libertad, en la personalidad y en el amor. Por esto creo en la victoria del Movimiento Legionario".

Pero todavía más interesante, para mostrar qué contribución había dado Mircea Eliade a la definición de la identidad del Movimiento Legionario, son estas otras consideraciones, contenidas en el mismo artículo: "Hoy el mundo entero se encuentra bajo el signo de la revolución; pero mientras otros pueblos viven esta revolución en el nombre de la lucha de clases y de la primacía económica (comunismo) o del Estado (fascismo) o de la raza (hitlerismo), el Movimiento Legionario ha nacido bajo el signo del arcángel Miguel y vencerá por la gracia divina".

Esta caracterización de las revoluciones del novecientos se repite en las página en que Julius Evola ha recordado su encuentro con Codreanu, encuentro en el que estuvo presente el mismo Mircea Eliade. Estando con Evola, el Capitán le habría dicho: "En todo ser vivo pueden distinguirse tres aspectos (...) el del cuerpo como forma, el de las fuerzas vitales, el espiritual. Análogamente, (...) en el Fascismo se pone de relieve el aspecto "forma", en el sentido de potencia formadora, plasmadora de Estado y de civilización, según la gran herencia romana. En el Nacionalsocialismo lo que más destaca es el elemento biológico, el mito de la sangre y de la raza, que es la correspondencia del elemento "vital" de todo ser. La Guardia de Hierro querría, a su vez, dar sus pasos desde el aspecto puramente espiritual, religioso, y a partir de ahí proceder con su obra".

Hemos visto como una de las características principales de la revolución conservadora entendida como fenómeno europeo es el rechazo de la concepción lineal y progresista de la historia. En otras palabras, la concepción cíclica de la historia es fundamental para todas las culturas revolucionario-conservadoras.

Y bien, hablando de aquellos pensadores que, como Nietzsche, Spengler, Guenon o Evola, han vuelto a proponer en la Europa contemporánea una concepción cíclica del tiempo y de la historia y han contribuido por tanto de manera distinta a la formación de la orientación revolucionario-conservadora, no podemos ciertamente pasar por alto a Mircea Eliade, quien no sólo ha examinado, en una óptica de historiador de las religiones, la concepción del tiempo típica del las sociedades "arcaicas", sino que también ha intentado, sobre la base de los datos obtenidos de sus investigaciones de estudioso, trazar las líneas esenciales de una filosofía de la historia antitética a las doctrinas producidas por el optimismo decimonónico.


EMIL CIORAN

El otro gran exponente de la "joven generación" rumana de entreguerras que junto a Mircea Eliade ha conquistado una fama mundial, Emil Cioran, fue también alumno de Nae Ionescu.

Ahora, el lenguaje de Nae Ionescu está bien presente en el único libro de Cioran que tenía un contenido propiamente político, Schimbarea la fata a României (La Transfiguración de Rumania), de 1937: una especie de "discurso a la nación rumana", cuyo tema central, la repulsa del sistema democrático, une a Cioran con Codreanu.

Para el Capitán de la Guardia de Hierro se trataba de "poner fin a la existencia del Estado democrático basado en la ideología de la revolución francesa" (Il capo de Cuib, p. 100) y de "eliminar las discusiones -estériles y costosas- del parlamentarismo democrático, de las cuales no surge ninguna luz y de las que, sobre todo, no puede salir la decisión heroica de afrontar el peligro en estas horas difíciles".

Por su parte, Cioran, no oculta su propia admiración por los ordenamientos políticos que en el periodo de entreguerras representaban diferentes alternativas a la democracia parlamentaria: el fascismo italiano, el nacionalsocialismo alemán, el bolchevismo soviético.

Me limito a algunas citas sacadas de artículos escritos por Cioran entre 1930 y 1936 y del libro Schimbarea la fata a României:

Sobre Mussolini y el fascismo italiano: "con el fascismo, Italia se ha propuesto convertirse en una gran potencia. Resultado: ha logrado interesar seriamente al mundo... sin el fascismo, Italia habría sido un país fracasado... el gran mérito de Mussolini es haber inventado para Italia la fuerza... el fascismo es un trauma, sin el cual Italia es un compromiso comparable a la Rumania actual" ("Vremea", 31 de mayo de 1936).

Sobre Hitler y el nacionalsocialismo: "Si hay algo que me gusta en el hitlerismo, es la cultura de lo irracional, la exaltación de la vitalidad en cuanto tal, la expansión viril de la fuerza" ("Vremea", 18 de diciembre de 1933).Y todavía: "En el mundo de hoy no existe un hombre político que me inspire una simpatía y una admiración mayor que Hitler. Hay algo de irresistible en el destino de este hombre, por lo cual todo acto de la vida adquiere significado a través de la participación simbólica en el destino histórico de una nación... La mística del Führer en Alemania está plenamente justificada..." ("Vremea", 15 de julio de 1934).

Con respecto al bolchevismo y a la Unión Soviética, Cioran escribía: "Rumania tiene mucho que aprender de Rusia: tengo la impresión de que, si no me hubiese ocupado al menos un poco de la revolución rusa y del nihilismo ruso del siglo pasado, habría caído presa de todas las desgracias de un nacionalismo inspirado por Daudet y Maurras". Y proseguía: "El hitlerismo me parece un movimiento serio por haber sabido asociar directamente a la consciencia de la misión histórica de una nación los problemas inherentes a la justicia social. En cuanto al bolchevismo, si es cierto que representa una barbarie única en el mundo, sin embargo esto es, por vía de la afirmación absoluta de la justicia social, un triunfo ético único. No se puede hacer una revolución nacional de gran calado sobre las base de las desigualdades sociales".

Todavía en 1957, dirigiéndose a Constantin Noica, un intelectual de su generación que se quedó en Rumania, Cioran recordará la época en que las "supersticiones de la democracia" nos repugnaban a ambos y volverá a evocar en estos términos el propio juicio de condena del parlamentarismo: "Vergüenza de la Especie, símbolo de una humanidad exangüe, sin pasiones ni convicciones, incapaz para el Absoluto, privada de porvenir, limitada bajo todos los aspectos" (Historia y Utopía p.13) y así sucesivamente. Por tanto, proseguirá, "los sistemas que lo querían eliminar (al parlamentarismo democrático, N.d.R.) para sustituirlo me parecían bellos sin excepción, en armonía con el movimiento de la Vida, mi Divinidad de entonces".

Las páginas de Schimbarea la fata a României dedicadas a la cuestión hebrea también repiten sustancialmente las posiciones legionarias. Traduzco algunos pasajes, advirtiendo que Cioran mismo los suprimió en la edición de 1990.

"La invasión judía en los últimos años del devenir rumano ha hecho del antisemitismo la característica esencial de nuestro nacionalismo. Ininteligible en otro lugar, por nuestra parte este hecho encuentra su legitimidad, que, sin embargo, no debe ser exagerada (...). Un organismo nacional sano siempre es puesto a prueba en la lucha contra los hebreos, especialmente cuando, éstos, con su número y su insolencia, invaden un pueblo. Pero el antisemitismo no resuelve ni los problemas nacionales ni los sociales de una estirpe. Esto representa una acción de purificación, nada más. Los vicios constitucionales de esa estirpe siguen siendo los mismos. La estrechez de miras del nacionalismo rumano se debe a su derivación del antisemitismo. Un problema periférico se convierte en fuente de movimiento y de visión".

Y más adelante dejándose arrastrar por su característico lirismo un poco alucinado: "Siempre que un pueblo toma consciencia de sí mismo, entra fatalmente en conflicto con los hebreos. El conflicto latente que siempre existe entre los hebreos y el pueblo respectivo se actualiza en un momento histórico decisivo, en un cruce esencial, para colocar a los hebreos más allá de la esfera de la nación, es más: existen momentos históricos que hacen de los hebreos de manera fatal unos traidores (...) No sintiéndose en ningún lugar en su propia casa, estos no conocen de ninguna manera la tragedia del extrañamiento. Los hebreos son el único pueblo que no se siente ligado al paisaje. No existe ángulo de la tierra que haya modelado su alma; y por esto es por lo que son siempre los mismos en cualquier país o continente. La sensibilidad cósmica les es ajena (...) en todo los hebreos son únicos; no tienen par en el mundo, doblegados como están por una maldición de la cual es responsable solamente Dios. Si fuese hebreo, me mataría al instante".

Lo que es interesante resaltar es que el antijudaísmo de Cioran está bien lejos de preconstituir una coartada que sirva para justificar la instauración de un "capitalismo nacional" liberado de la concurrencia hebrea . "¿En qué - escribe Cioran- los capitalistas rumanos son mejores que los capitalistas hebreos? La misma bestialidad en los unos y en los otros. No puedo concebir, y me niego a creer, que podremos hacer una revolución nacional que destruyera a los capitalistas hebreos y salvara a los rumanos. Una revolución nacional que quisiese salvar a los capitalistas rumanos me parecería algo horrible".

También con respecto a esto, por tanto, la posición de Cioran recuerda a la de Codreanu, quien había escrito: "Pero tampoco permitiremos que, al amparo de eslóganes nacionalistas, una clase tiránica y explotadora oprima a los trabajadores de todas las categorías, despellejándoles literalmente y pregonando continuamente: Patria (a la que no aman), Dios (en el que no creen), Iglesia (en la que nunca entran), Ejército (al que mandan a la guerra con las manos vacías). Estas son realidades que pueden constituir emblemas de fraude político en las manos de usureros inmorales".

A pesar de estas importantes convergencias con las orientaciones del legionarismo, el vitalismo de Cioran se determina en una serie de tomas de posición que parecen poco compatibles con la religiosidad característica del legionarismo mismo. Surge en realidad de las páginas de Schimbarea la fata a României, una especie de bizantinofobia que niega las raíces mismas de la espiritualidad rumana.

La contraparte de este odio por Bizancio es una verdadera y propia superstición de la "historia", entendida como dinamismo ciudadano, urbanización, industrialización total.

También bajo esta consideración, las posiciones de Cioran están más bien lejos de las de la Guardia de Hierro, la cual, si no rechazaba absolutamente la perspectiva de una industrialización a la medida de la realidad rumana, no obstante, quería mantener para el país su carácter fundamentalmente campesino. Los legionarios jamás cuestionaron el valor del campo (il sat) como célula vital del organismo comunitario nacional, mientras Cioran se sitúa declaradamente del lado de la ciudad y critica con dureza a los sustentadores del campo y de la cultura del pueblo.

"Nuestra desgracia - escribe Cioran- se debe a las condiciones de vida de los pueblos campesinos. Su ritmo lento sería una felicidad, si no estuviese la evolución rápida de los países industriales. Por un lado el pueblo, por el otro la ciudad. El entusiasmo por el pueblo es la nota común de nuestros intelectuales de siempre, y su estúpida característica. Porque, si estos intelectuales hubiesen tenido un mínimo de espíritu político, habrían entendido que el pueblo no representa en absoluto una función dinámica, más bien, constituye totalmente un obstáculo si se quiere acceder al gran poder. El pueblo es la infraestructura y la base biológica de una nación; no es sin embargo su portador y su motor. Un año de vida de una ciudad moderna es más pleno y activo que un siglo de la vida de un pueblo. Y no sólo a causa de la gran cantidad de población, sino que también del tipo de vida ciudadano, que acelera el propio ritmo gracias a su sustancia interna. Ciudad e industrialización deben ser dos obsesiones para un pueblo en ascenso".

El hecho es que Codreanu leyó Schimbarea la fata a României (el volumen le fue enviado en homenaje por el propio autor) y el 9 de marzo de 1937 escribe a Cioran una carta en la que demostraba que había apreciado la tensión que estaba en el origen de aquellas palabras, más allá de las expresiones a menudo paradójicas de su autor: "Te felicito desde la profundidad de mi corazón -le escribe Codreanu- por todo el tormento que late en tu pecho y que has manifestado de una forma así de elevada. Quieres que esta nación se sacuda de encima el hábito de pigmeo que lleva desde hace tanto tiempo y se vista con tejidos de realeza. También ésta lo quiere. Prueba de ello es el hecho de que te ha plasmado con su arcilla, para que tú lo escribas. Porque todos nosotros que escribimos o luchamos no lo hacemos por nuestra iniciativa, sino impulsados por la lava rumana del volcán que quiere irrumpir, para alzarse hacia el cielo".

Tres años después, en diciembre de 1940, en el breve periodo del gobierno nacional-legionario, fue Cioran quien conmemoró en la radio nacional rumana al Capitán de la Guardia de Hierro.

"Antes de Corneliu Codreanu - dijo Cioran en aquella transmisión- Rumania era un Sahara poblado. La existencia de aquellos que se encontraban entre aquel cielo y aquella tierra no tenía otro contenido más que la espera. Alguien tenía que llegar (...) El Capitán ha dado al rumano un sentido (...) Junto al Capitán, nadie permanecía tibio. Por el país ha pasado un nuevo escalofrío (...) A excepción de Jesús, ningún muerto ha continuado estando presente entre los vivos... de ahora en adelante, el país será guiado por un muerto, me decía un amigo en las orillas del Sena. Este muerto ha difundido un perfume de eternidad sobre nuestra miseria humana y ha restituido el cielo sobre Rumania".

Como se ve, el discurso de Cioran retoma con otras palabras aquel tema de la "reconciliación de Rumania con Dios" que tanto había impresionado a Mircea Eliade.

Ciertamente, a diferencia de Eliade, que fue miembro del cuib "Axa" y fue candidato a las elecciones de 1937 por el partido legionario "Totul pentru Tara", Ciorán no fue un militante de la Guardia de Hierro en el sentido verdadero y exacto del término, ya que nunca estuvo oficialmente inscrito al Movimiento. Sin embargo, en base a cuanto hemos visto, es indiscutible que Cioran viviese el fenómeno legionario con gran intensidad.

En su caso tiene que ver con uno de aquellos tantos intelectuales rumanos que, manteniendo también su propia autonomía de pensamiento y de acción y sin adherirse formalmente al Movimiento Legionario, no obstante se pusieron de su lado y apoyaron su acción.

Sea como sea, es evidente que en el vitalismo exasperado de Cioran, en su aspiración a la potencia, en su idea de la necesidad de una "movilización total" de las masas, en su relación vagamente "futurista" con la modernidad se manifiestan algunos de los caracteres fundamentales que hemos individuado como típicos de la revolución conservadora.


CONSTANTIN NOICA

A la variante nacionalista representada por la "joven generación" de entreguerras rumana se une también el pensamiento del filósofo Constantin Noica, que se caracteriza de manera particular por el intento de rechazar la supuesta alternativa de los conservadores y de los liberaldemócratas: los primeros - según Noica- condenan al pueblo rumano al destino oscuro y anónimo de una existencia etnográfica en los márgenes de Europa, mientras los segundos la exponen al riesgo de la homologación mundialista y de la perdida de identidad. Noica se sustrae del dilema tradición-modernidad (es decir, campo-ciudad, Oriente-Occidente, bizantinismo-latinidad, etc.) proponiendo una "Rumania actual".

En una conferencia dada en Berlín en junio de 1943, Constantin Noica decía: "Sabemos que somos lo que se dice "una cultura menor". Sabemos también que esto no significa en absoluto inferioridad cualitativa. Nuestra cultura popular, en tanto que menor, tiene realizaciones cualitativas comparables a las de las grandes culturas. Y sabemos que tenemos, en esta cultura popular, una continuidad que las grandes culturas no tienen (...) Pero es precisamente esto lo que hoy no nos satisface: que hayamos sido y seamos - por lo que hay de mejor en nosotros- gente de pueblo. No queremos ser los eternos aldeanos de la historia. Esta tensión - agravada no sólo por el hecho de que seamos conscientes, sino también por la convicción de que "ser conscientes" puede representar un signo de esterilidad- constituye el drama de la generación de hoy. Económica y política, cultural y espiritualmente, sentimos que desde un tiempo no podemos ya vivir en una Rumania patriarcal, campesina, ahistórica. No nos satisface ya la Rumania eterna: queremos una Rumania actual (...)".

Pero en este punto se presenta un dilema ante Noica: si permanecer en la eternidad equivale a seguir siendo una cultura anónima y menor, invocar el camino de la "actualidad" significa entrar en competición con las grandes culturas y ser inevitablemente atropellados.

El dilema parece insoluble; sin embargo, es un hecho que el pueblo rumano está recorriendo el tránsito de la eternidad hacia la historia.

No obstante, si entrar en la historia es inevitable, no es inevitable adherirse a los programas del modernismo liberal y democrático. Más bien, en alternativa ya sea a la opción conservadora ya sea a la liberaldemocrática, Noica indica una tercera vía, la tercera vía que, por otra parte, se encuentra implícita en las posiciones de otros intelectuales del Novecientos rumano, como, por ejemplo, el historiador Vasile Pârvan, el poeta y filósofo Lucian Blaga y, como hemos visto, el Cioran de La Transfiguración de Rumania - tres autores, por otro lado, que Noica cita expresamente para sostener su propia posición -.

El rechazo simultáneo del conservadurismo y del modernismo liberaldemocrático se acompaña, en Noica, de una crítica de la modernidad que él continúa desarrollando más allá de los términos cronológicos de la segunda guerra mundial. Es posible hacerse una idea, si no se sabe rumano, leyendo uno de los poquísimos ensayos de este filósofo que ha sido traducido al italiano: Le Sei malattie dello spirito contemporáneo (Las seis enfermedades del espíritu contemporáneo), un libro publicado en 1978 (en plena época Ceaucescu) en el cual se examinan los desequilibrios del ser ("enfermedades ónticas") que se reflejan en los hombres, en los pueblos y completamente en los dioses.

Entre tales enfermedades, dos son particularmente significativas en relación al discurso sobre la modernidad y a las líneas de pensamiento de la revolución conservadora: la "acatolia" (rechazo de lo universal, katholou) y la "atodetia" (rechazo de lo individual, tode ti). La "acatolia", explica Noica, es "la enfermedad del esclavo humano que ha olvidado todo patrón, comprendido el interior", es la enfermedad que ha comenzado a afligir a Europa desde la edad de las Luces y, mediante los anglosajones, "ha conquistado el mundo occidental y aquella parte del planeta Tierra que está bajo su influencia".

Si se me permite una observación, son conceptos que recuerdan los expresados por Drieu La Rochelle en su Diario bajo la fecha del 2 de septiembre de 1943: "En ausencia del fascismo [...] sólo el comunismo puede poner al Hombre contra la pared obligándole a admitir de nuevo, como no sucedía desde la Edad Media, que tiene unos Señores. Stalin, más que Hitler, es la expresión de la ley suprema".

Volviendo a Noica, la otra enfermedad que él llama "atodetia" consiste a su vez en la subordinación de la persona a lo que el mismo Noica ha llamado "la tiranía de los poderes anónimos": Historia, Sociedad, Ciencia, etc. supersticiosamente entendidos como otras tantas divinidades del mundo moderno.

Refiriéndose a Spengler, Noica ve en la "acatolia" una enfermedad típica de la Zivilisation, y en la "atodetia" la enfermedad de la Kultur.

En cuanto a la "acatolia" democrática, ésta se manifiesta de un modo atomizado y dominado por el ansia de tener, donde todo tiene como fin supremo el incremento del bienestar material. Esta Zivilisation en que se expresa el homo democraticus es caracterizada de manera despiadada por Noica en otro ensayo traducido al italiano, Pregate per il fratello Alessandro ( Rogad por el hermano Alessandro). Hago referencia sólo a alguna línea: "Dejadme en paz, tú divinidad, vosotras doctrinas filosóficas, vosotras iglesia o tradiciones. Sé mejor que vosotras lo que necesito. Del setecientos hasta hoy, el individuo ha conquistado derechos como nunca había tenido en la historia. Los totalitarismos que sobreviven se avergüenzan de la audacia que han tenido, durante un momento, con respecto al individuo, no sólo de oprimirlo directamente, sino también de transformarlo en objeto, como se habían propuesto. (...) El hermano YO ha vencido; (...) El individuo ha logrado ser y es todavía (hasta el encuentro con los asiáticos , privados del sentido de la individualidad) aquel por el cual se hace todo. (...) Y he aquí que, al final, los hombres no se sienten felices (...) Rogad por el hombre moderno que vive en el bienestar... Él tiene, en su sociedad de consumo, algo de la psicología de la mujer que se dedica a la vida mundana: "No me gusta este champagne, haz algo para distraerme..." (...) Este individuo cercado - para quien la exhortación deífica de conocerse a sí mismo tenía sólo una sombra de sentido- ha vencido la partida. El pequeño imbécil está al volante de su coche y se dirige, después del aburrimiento de algunos días de trabajo, hacia el aburrimiento de un week-end. Rogad por él".

Este pequeño imbécil es el prototipo de la humanidad democrática que "es ya una masa informe", como dice el mismo Noica en De dignitate Europae, un libro publicado en 1988 (un año después de su muerte y un año antes de la caída de Ceaucescu). Y esta masa informe está para "hundirse en la zoología", porque no se puede pensar en una suerte distinta para "un mundo que no tiene nada de santo en sí, sino que deja a todo el mundo en paz", un mundo privado de todo verdadero vínculo interior, en el cual, dice todavía Noica, "el hombre se aleja respetuosamente del hombre", así que "bye-bye podría ser quizás su nombre más adecuado".

La sociedad democrática es ,en realidad, una "sociedad del bye-bye", en el sentido de que la supeditación de la técnica a la finalidad consumista provoca un aumento continuo de las distancias entre hombre y hombre, entre el hombre y el mundo. Más que comunicarse entre ellos, los homines democráticos se relacionan con los instrumentos de la presunta comunicación (el periódico, la radio, la televisión, etc.); la misma velocidad, observa Noica, "no tiende puentes, sino que arranca raíces". El aislamiento, por tanto, no ha sido nunca tan grande como en la "aldea global".

Si la democracia occidental es fruto de una enfermedad del espíritu contemporáneo (la "acatolia"), el totalitarismo, lo hemos mencionado, es fruto de otra enfermedad (la "atodetia").

Según Noica, sin embargo, no existe, entre el mal democrático y el mal totalitario, una equivalencia que permita situarlos sobre el mismo plano: cuando menos, se tiene en cuenta la diversidad de los orígenes, siendo el primero una afección de la Zivilisation, el segundo una afección de la Kultur.

Por otra parte, argumenta Noica, sobre el plano de los efectos prácticos el totalitarismo (también en su variante comunista) es menos pernicioso que la democracia liberal; más bien, aquel, posee, independientemente de su voluntad y de sus proyectos, la virtud de la objetividad. En primer lugar, entre el conformismo democrático y la regimentación totalitaria existe una diferencia apreciable, que se resuelve a favor del totalitarismo, porque en éste el control y el dominio son practicados de manera declarada , sin fingimientos y sin demasiada hipocresía.

Pero hay más. Entre los años setenta y ochenta Noica anotaba en su diario la reflexión de que en el comunismo "lo que es esencial para el hombre" sobrevive. "Antes, para el hombre era fácil: se definía mediante el tener. Ahora, debe definirse mediante el ser". Es decir, el totalitarismo comunista habría situado a muchos hombres ante sus propias responsabilidades, ofreciéndoles, paradójicamente, la posibilidad de una existencia más auténtica.

Siempre en relación a la comparación entre democracia occidental y "socialismo real", hay otra consideración de Noica a la que merece la pena referirse: aquella según la cual el aspecto internacionalista es, con mucho, más acentuado en el Oeste que en el Este. Es cierto que la teoría marxista-leninista se ha expresado a través de frases retóricas del tipo "Proletarios de todos los países, uníos", pero la realidad del "vagabundeo planetario" (otra típica expresión de Noica) es indiscutiblemente una condición existencial característica del occidente democrático, no de los países del socialismo real.

Sea como sea, la matriz de todo cosmopolitismo e internacionalismo que se han manifestado en el novecientos es el "universal genérico" al que Noica contrapone una filosofía de la raigambre tradicional y de la identidad comunitaria.

Una réplica esta, que no podía no dejar pasmada a la inteligencia neoiluminista de la Europa occidental, la cual ha comenzado hace algunos años a someter a Noica a un proceso póstumo (como, por otra parte, se ha hecho con Eliade y con Cioran), acusándolo de haber cedido a la "tentación fascista" cuando se adhirió a la Guardia de Hierro y de haber proseguido su propia cruzada antidemocrática colaborando "objetivamente" con el régimen nacionalcomunista de Caucescu.


CONCLUSIONES

En resumidas cuentas, parece legítimo concluir que la categoría de "Revolución Conservadora" puede ser extendida también a Rumania y al Movimiento legionario en particular.

Desde el punto de vista cronológico, sin embargo, mientras en el área austro-alemana los límites de la Konservative Revolution son 1918 y 1932, (ya que el ascenso al poder del NSDAP señala, al mismo tiempo, la coronación y el final de la Konservative Revolution), en Rumania, en su lugar, el fenómeno revolucionario-conservador llega hasta los años de la segunda guerra mundial.

No sólo: algunos exponentes de la revolución conservadora rumana , después de haberse puesto de lado del Movimiento Legionario , prosiguen su actividad en lo años que siguen a la segunda guerra mundial, algunos en el exilio y otros en la patria. Eliade publica la edición francesa de El Mito del Eterno Retorno en 1949, mientras Constantin Noica lleva a cabo una intensa actividad en la patria en el periodo nacionalcomunista - es decir, de 1965 a 1987 (año de su muerte)- primero en una institución oficial como el Centro de Lógica de la Academia Rumana y después en el refugio de los Cárpatos de Paltinis, que se convierte en el destino ininterrumpido de numerosos jóvenes y, si queremos citar a Cioran, en "el centro espiritual de Rumania".

¿Podemos decir que alguien ha recogido la herencia que legaron? Quien viva, lo verá.

Claudio Mutti

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